miércoles, 15 de abril de 2009

Amor y "amor" en caleta...

Los amores clandestinos tienen sabor de labios dulces que se comen en platillos servidos a escondidas. No siempre una relación caleta es producto de una infidelidad. A veces, el no caminar de la mano por la calle es para no delatarse ante el público que esconde bajo la manga del pantalón un puñal para asestarlo en el corazón que late de amor.
Esconderse de los demás para amarse lejos de las miradas asesinas de los cucufatos, puede reñir con todos los cánones del romanticismo. Pero es, y será, el mecanismo para cuidar con recelo una relación que te empeñas en no dejar, porque la pasas bien con él o ella, porque empiezas a quererle, o porque aprendiste a amar a quien se encaleta contigo. No siempre funciona, a veces perdemos en el intento.
Recuerdo que de chibolo, la mamá de Angela me mandó un reverendo bofetón, luego de descubrir que su hija de 14 años, se chapaba a escondidas con un desconocido, lejos de casa. Ella, como toda madre, no quería que su nena truncara su futuro y saltara de los besos atontados de la adolescencia a los besos calientes que las hormonas comprimidas suelen encender. Por eso se resistía a la idea que Angela estuviera con alguien, y por eso también, es que regalaba cachetadas a cualquier pretendiente de su guapa hija.
Pese a aquel incidente, volví a tropezar con otras chicas que como requisito me pedían no revelar nuestra relación, para evitar que esta terminara pronto por la decisión autoritaria de sus padres. No era algo que me incomodara. Aceptaba la condición sin rebatirla. Bajo la sombra de los papis, me mandé y terminé con tres chicas más, si el cálculo no me falla.
Melva fue la segunda enamorada con la que estuve desde que ingresé a la universidad. Lorena fue la primera, y también se mantuvo a escondidas, hasta que con el tiempo se hizo público en una borrachera. Pero cuando Melva me dijo: sí acepto; habían pasado apenas tres meses desde que mandó al tacho a Miguel, un tipo que gustaba hacer el ridículo y vestirse con mayas para ser el súper tuno, y que por tres añitos fue su enamorado.
Melva también optó por camuflar la relación en una amistad de compañeros de clase, pues si sus padres se enteraban que ahora chapaba conmigo, y no con Miguel, me hubiesen fusilado sin compasión, y le hubiesen sugerido (entiéndase por ordenado) pedirme que ya no la llamara, ni la visitara, y si pudiera, que me cambiase de universidad.
Miguel se ganó a pulso a los señores, y ellos no concebían que su hija lo hubiese dejado, y menos que estuviese con cualquier otro sujeto, aunque este fuese guapo y elegante como yo. Dos meses después de un inicio también condicionado, todo terminó, hasta la amistad que sembramos. Ella dijo que sus progenitores (esa palabra me parece terrible pare este relato, pero no encuentro otro sinónimo para “padres”) se enteraron de lo nuestro, y por eso se despedía con un beso en la mejilla.
Luego, en algún congreso universitario, me escondí en un baño con Liliana. Ese encuentro tenía como destino obligado un puerto escondido, porque ella era la ex enamorada de un amigo.
Lili me pidió que la visitara en su cuarto, pues nos hospedamos en el mismo hotel. Apenas entré a visitarla con intenciones poco sanas que compartíamos, tocó a la puerta otro compañero que me había visto colarme en la habitación de la china. Para esconderme, ella optó por mandarme al baño. El cachetón sospechaba que yo estaba en el cuarto chico, y se dirigió hacia este, pero ella lo atajó en el camino para distraerlo. Le dijo que se ducharía, y por eso no podía ingresar. Ya en el baño -yo escondido, y ella lista para ducharse- Lili prendió la ducha para simular que se bañaba, pero en realidad nos besábamos con moderaba pasión. No puedo contar más detalles, pero al salir de la habitación de Lili, terminé mojado: el agua que cayó de la ducha rebotó hacia mi ropa que estaba tirada en el piso.
Tengo en mente algunos otros, no pocos, episodios que viví a escondidas, disfrazado de amigo, compañero de clase, e incluso de gay. Todo claro, con la legítima intención de no despertar sospechas entre los enemigos y sostener en pie las relaciones. Este post no tiene espacio para contar los encuentros que fueron públicos pero que duraron poco, casi nada, y que algunos llaman agarres. Yo no los califico, sólo los recuerdo.
CALETAS MEDIA CALETAS
En los dos últimos años he conocido relaciones informales de amigos cercanos. Son de ese tipo de relaciones que supones nadie intuye, pero que en realidad, algunos tienen la certeza que sí pasa algo. Crees que es caleta, pero es medio caleta. Presumes que nadie te ve, pero las actitudes nerviosas te prestan los binoculares para verte de lejos.
En este caso no profundizaré en detalles, no vestiré de pistas este párrafo para no arriesgar a los insospechados personajes, que hacen cositas ricas a escondidas. Ellos y ellas suelen hacer de los cuartos de hotel los compinches de estas historias que conozco, pero que no contaré, en aras del derecho que tiene lo clandestino de mantenerse vivo.

2 comentarios:

Leunam dijo...

Buen Post! Creo no somos pocos los que hemos tenido esos "amores caletas" esos encuentros de unas cuantas noches, o a veces solo una, o quien sabe a veces solo unos agarres.

Y yo ya perdí el convencimiento de creer cuando una chica me dice: "no podemos estar juntos xq mi mamá no quiere"...

Saludos, Manuel Llontop

P.D: Si puedes dale una leida a mi blog personal, sobre todo el post que dice: "Historia de un amor eterno de 2 meses" :) necesito comentarios.
www.loqueolvidecontarte.blogspot.com

ECAZUL dijo...

Buno eh, quien no en algún momento de su vida ha tenido un amor caleta...el que diga que no es un completo mentiroso (a)...