miércoles, 29 de abril de 2009

¿¿Cómo te gustan??

¿Cuál es tu tipo de chico?, suelen preguntarle a las chicas ricas y apretaditas de la tele. Es una pregunta desgastada, pero que aún la formulan con la insana intención de fabricar en el auditorio masculino el sueño de que uno de los hombres que ve el programa en ese instante, se alucinen con la muchachona.
Esta -también- es una pregunta casi infaltable del tipo que está en plan de afane con quien lo tortura en sus sueños sudorosos. Como no quiere pisar en falso, primero checa el terreno con prudencia, como sino le importara conquistarla. Y aunque la descripción del chico deseado por su musa no lo favorezca, este creerá lo contrario, se convencerá que encaja a la perfección con el molde del hombre perfecto.
De chico, recuerdo que mi hermana, escribía esa pregunta en su slam, que era un cuaderno decorado con preguntas amables, pero que en realidad era una suerte de interrogatorio feroz y sutil de las chicas para husmear entre sus amigas, para saber lo que en persona no se animan a decir. Pero el slam también era útil para los chicos que a toda costa querían enterarse de las preferencias de las mujeres que deseaban con un espíritu loco adolescente. La información, en teoría confidencial, la conseguían luego de robarle el cuaderno de secretos revelados a sus hermanas.
Para los chicos que quieren encontrar en esta pregunta la llave para abrir la puerta a una relación hasta ahora negada, pueden patinar. Del variopinto menú masculino, no todos son apetecibles para las féminas. Y es que hay variedad entre los chicos, para atinar cómo es que le gustan a la chica con quien tú quieres.
Algunas les vacilan que seas directo, que vayas al grano, que no andes con rodeos, y que le digas de frente que quieres llevártela a la cama. Pero también hay otras que son recatadas, que no les vacila los lanzas, que les jode tener que lidiar con aquel que se cree galán de barrio. Pero también hay de las que se mantienen en la frontera: ellas son de las que les gusta jugar un poco, que gusta que la conquisten, pero también tienen ganas de tirar.
Difícilmente puedas atinarle a la primera cuando quieres saber si tú también le caes en gracia. La mejor fórmula, aunque suele ser un camino un poco largo, es matar primero la etapa de la amistad, de ser su pata, hasta llegar a convertirse en su confidente, que sin reparo matará la ilusión por el enamorado de turno, para desplazarlo y ocupar triunfante su lugar.
Ser amigo de la chica con la que quieres estar, te ayuda también a darle la estocada final al tarado que la jode, que aún está clavado en su corazón. Hacerle recordar todas las cosas malas que él le hizo y que ella te reveló, bastarán para que ese tipo no joda más y tengas el camino libre.
Pensar que los tipos atractivos son los únicos que tienen jale con las chicas, es un error. Pues los llamados churros suelen ser -por la vanidad masculina- unos arrogantes del carajo, y eso no gusta a las chicas. En algunos casos -aunque te de la chiripiolca de solo pensarlo- ellas los prefieren feos, gordos o chatos, pero sencillos y tranquis. Con esto último compensan la ausencia de estética en sus cuerpos.
Posiblemente ellos les sigan preguntando a ellas ¿cómo es tu tipo de hombre?. Y posiblemente, también, evidenciaremos nuestras torpezas para afanar, no limpiaremos las huellas que dejamos mientras vamos a su encuentro, o peor aún, caeremos derrotados. Pero como siempre hay un roto para un descocido, estira tu paciencia hasta que llegue la hora. Confianza hombre, nunca es tarde.

miércoles, 22 de abril de 2009

Susan rompió mi record…

Soy fácil de conmover. Mi record para empezar a llorar ha sido de un minuto luego de ver consumado un hecho sublime. Es cierto que muchas veces he comprimido intencionalmente el deseo de exteriorizar lo que siento, como cuando por la calle un niño de la edad de mi hijo Manu (5 años) me jalonea la camisa para pedirme que le compre un caramelo porque tiene que comer, o cuando veo a un abuelito recorrer sobre las ruedas de su silla maltrecha los últimos días de su vida en un asilo. O en todo caso, para no ser tan dramático, como cuando Luna, mi hija de once meses, empezó a caminar sola hace dos días, sin ayuda de nadie (¡¡¡lo máximo mi Luna!!!).
Con Susan Boyle he roto mi record. Treinta segundos después de oírla cantar, no sólo terminé sorprendido por la forma en que interpretó “I dreamed a dream”, y dejó boquiabierto al incrédulo jurado gringo de “Britains got talent”; sino que terminé sacudido, bobo, agradecidamente hueveado. La concursante Nº 43212 y natural de la villa escocesa de West Lothian tuvo la osadía de escarapelar mi piel, tan igual como la del público que se deleitó con esta gala. Claro, también lloré, al ver lo que sin duda era una lección de vida.
Cada segundo que pasaba mientras Susan cantaba, humillaba a quienes se burlaron de ella cuando se presentó y dijo que su sueño era ser una cantante profesional como Elain Paige. Era rico oírle cruzar su voz con la música. Era un deber aplaudirla y celebrar que esta fémina rechoncha, despeinada, de maquillaje artesanal, poco agraciada y de vestido de abuela (no me burlo, sólo la describo), decidiera a sus 47 años presentarse en el reality de la televisión inglesa.
Todos estaban de pie aplaudiendo a una desempleada, incluso el jurado que trató de minimizarla con preguntas cachosas arrancada de la ironía que invitaba su apariencia física. Susan envió un beso volado que todos, incluyéndome, tomaron para guardarlo en el baúl de los gratos recuerdos, de esos que no olvidas, así una guerra mundial te sacrificará mil veces.
Ya se iba, no oiría que el jurado le otorgaba a ella y a su talento, la máxima calificación. Regresó como marchando, mirando al piso, posiblemente nerviosa, como cuando antes de ingresar al escenario comía una dona. Los tres miembros del jurado, luego de disculparse, la halagaron. No era una compensación al insulto tácito de la burla inicial, pero le dieron tres SI, la cima de la calificación a los osados concursantes.
Susan zapateó y con la mano en alto disfrutó su merecido triunfo. Volvieron a aplaudirla, y ella, nos envió un nuevo beso que despegó de su boca para reposar sobre quienes quieran compartir su éxito. Esta es una historia real que simula ser de película, es un pedazo de la vida de la Boyle que no olvidará nunca, que estará con ella incluso cuando cante con los ángeles.
La moraleja de lo que también es una fábula, variará según la persona, el grado de sensibilidad, pero sobre por la capacidad de entender que el éxito es una oportunidad bien aprovechada, que nunca es tarde para empezar, que la joda no es una roca sino una piedrita en el camino que andamos, que los fracasos de ayer no tienen porque ser eternos, que la apariencia es sólo eso y no lo que somos.
Para quienes pasan momentos difíciles o se han rendido antes de empezar a luchar, aún hay tiempo para corregir el destino de nuestras vidas. Para quien llora por el amor que se fue, o se deprime porque no encuentra trabajo, para quienes van a ser padres siendo niños, o para quienes están en cama enfermos, Susan nos ha demostrado que lo imposible es posible. Depende de nosotros.

miércoles, 15 de abril de 2009

Amor y "amor" en caleta...

Los amores clandestinos tienen sabor de labios dulces que se comen en platillos servidos a escondidas. No siempre una relación caleta es producto de una infidelidad. A veces, el no caminar de la mano por la calle es para no delatarse ante el público que esconde bajo la manga del pantalón un puñal para asestarlo en el corazón que late de amor.
Esconderse de los demás para amarse lejos de las miradas asesinas de los cucufatos, puede reñir con todos los cánones del romanticismo. Pero es, y será, el mecanismo para cuidar con recelo una relación que te empeñas en no dejar, porque la pasas bien con él o ella, porque empiezas a quererle, o porque aprendiste a amar a quien se encaleta contigo. No siempre funciona, a veces perdemos en el intento.
Recuerdo que de chibolo, la mamá de Angela me mandó un reverendo bofetón, luego de descubrir que su hija de 14 años, se chapaba a escondidas con un desconocido, lejos de casa. Ella, como toda madre, no quería que su nena truncara su futuro y saltara de los besos atontados de la adolescencia a los besos calientes que las hormonas comprimidas suelen encender. Por eso se resistía a la idea que Angela estuviera con alguien, y por eso también, es que regalaba cachetadas a cualquier pretendiente de su guapa hija.
Pese a aquel incidente, volví a tropezar con otras chicas que como requisito me pedían no revelar nuestra relación, para evitar que esta terminara pronto por la decisión autoritaria de sus padres. No era algo que me incomodara. Aceptaba la condición sin rebatirla. Bajo la sombra de los papis, me mandé y terminé con tres chicas más, si el cálculo no me falla.
Melva fue la segunda enamorada con la que estuve desde que ingresé a la universidad. Lorena fue la primera, y también se mantuvo a escondidas, hasta que con el tiempo se hizo público en una borrachera. Pero cuando Melva me dijo: sí acepto; habían pasado apenas tres meses desde que mandó al tacho a Miguel, un tipo que gustaba hacer el ridículo y vestirse con mayas para ser el súper tuno, y que por tres añitos fue su enamorado.
Melva también optó por camuflar la relación en una amistad de compañeros de clase, pues si sus padres se enteraban que ahora chapaba conmigo, y no con Miguel, me hubiesen fusilado sin compasión, y le hubiesen sugerido (entiéndase por ordenado) pedirme que ya no la llamara, ni la visitara, y si pudiera, que me cambiase de universidad.
Miguel se ganó a pulso a los señores, y ellos no concebían que su hija lo hubiese dejado, y menos que estuviese con cualquier otro sujeto, aunque este fuese guapo y elegante como yo. Dos meses después de un inicio también condicionado, todo terminó, hasta la amistad que sembramos. Ella dijo que sus progenitores (esa palabra me parece terrible pare este relato, pero no encuentro otro sinónimo para “padres”) se enteraron de lo nuestro, y por eso se despedía con un beso en la mejilla.
Luego, en algún congreso universitario, me escondí en un baño con Liliana. Ese encuentro tenía como destino obligado un puerto escondido, porque ella era la ex enamorada de un amigo.
Lili me pidió que la visitara en su cuarto, pues nos hospedamos en el mismo hotel. Apenas entré a visitarla con intenciones poco sanas que compartíamos, tocó a la puerta otro compañero que me había visto colarme en la habitación de la china. Para esconderme, ella optó por mandarme al baño. El cachetón sospechaba que yo estaba en el cuarto chico, y se dirigió hacia este, pero ella lo atajó en el camino para distraerlo. Le dijo que se ducharía, y por eso no podía ingresar. Ya en el baño -yo escondido, y ella lista para ducharse- Lili prendió la ducha para simular que se bañaba, pero en realidad nos besábamos con moderaba pasión. No puedo contar más detalles, pero al salir de la habitación de Lili, terminé mojado: el agua que cayó de la ducha rebotó hacia mi ropa que estaba tirada en el piso.
Tengo en mente algunos otros, no pocos, episodios que viví a escondidas, disfrazado de amigo, compañero de clase, e incluso de gay. Todo claro, con la legítima intención de no despertar sospechas entre los enemigos y sostener en pie las relaciones. Este post no tiene espacio para contar los encuentros que fueron públicos pero que duraron poco, casi nada, y que algunos llaman agarres. Yo no los califico, sólo los recuerdo.
CALETAS MEDIA CALETAS
En los dos últimos años he conocido relaciones informales de amigos cercanos. Son de ese tipo de relaciones que supones nadie intuye, pero que en realidad, algunos tienen la certeza que sí pasa algo. Crees que es caleta, pero es medio caleta. Presumes que nadie te ve, pero las actitudes nerviosas te prestan los binoculares para verte de lejos.
En este caso no profundizaré en detalles, no vestiré de pistas este párrafo para no arriesgar a los insospechados personajes, que hacen cositas ricas a escondidas. Ellos y ellas suelen hacer de los cuartos de hotel los compinches de estas historias que conozco, pero que no contaré, en aras del derecho que tiene lo clandestino de mantenerse vivo.

miércoles, 8 de abril de 2009

Doña Juana...

A los hombres nos premian -sin concursar- con el galardón de Don Juan (personaje ideado por José Zorrilla y que se convirtió en un seductor despiadado por una apuesta) por ser la especie humana que predica la infidelidad y la promiscuidad con una libertad y frescura que las mujeres censuran. Sin embargo, es injusto sólo afirmar que los hombres y no las mujeres explotan el don de la mañosería. Es igual de injusto precisar que de la población potencialmente amorosa, la porción más grande de la torta mañucona se la comen los muchachos y no las chicas.
Para las féminas desinformadas o ciegas voluntarias, en este mundo que sataniza la infidelidad también habitan chicas que fungen de Doña Juana, chicas que también son infieles y promiscuas. Chicas de la vida alegre que no son rucas. Muchachas que ligan con la pluralidad masculina, y van a casa a dormir tranquilas, o si pueden, duermen con el chico de turno.
No trato de librar a los de mi género de aquella frase que dice que “todos los hombres son iguales”, refiriéndose a la innegable herencia de ser infieles o putos. Sin embargo me sumo a quienes en silencio piensan que “no todas las chicas son iguales”, pues hay chicas que veneran la pendejada, la joda de estar con uno y otro, pero lo callan.
Para las mujeres es más fácil afanar a un calzonudo. Mientras los chicos se esmeran por portarse como unos caballeros o disfrazarse de Romeo, a las chicas les importa poco ser la Julieta de sus ojos, y aprovechan que son curvilíneas, de senos apetecibles, caderas espectaculares, rostro precioso, y hacen babear a los galanes que se quieren levantar.
Que los chicos apelen a una sinceridad mentirosa y bajen a pedradas la luna y las estrellas, para que las chicas la guarden bajo la almohada, es una estrategia que aún se utiliza, y que las chicas han pirateado con fortuna para aplicarla en su andar en el exquisito camino de la conquista.
Aclaro, no repudio la idea que las chicas gusten pasarla bien con más de uno, no me rasgo las vestiduras porque una mujer le es infiel a su pareja tal como lo puede ser este. No estoy en contra de las hombreriegas o las aplicadas doña Juana. Pero carajo, no digan que las mujeres son la especie inmaculada, libre de cualquier amago de infidelidad. Ya paren con eso.
No estoy resentido con ninguna chica. Es cierto que en algún tiempo lejano, una de ellas me hizo cornudo. Pero también es cierto que podría hacer una lista extensa de chicas que conozco y que aparentan ser tranquilas, pero que les fueron infieles a los babosos de sus enamorados, novios o esposos.
Este post no es una venganza atrasada, ni procuro reivindicar a los hombres de las sentencias sin juicio. Pero en aras de la igualdad de género, esa que tanto defienden las feministas, equilibremos la balanza y postulen a las chicas para el premio del Mañoso del Año. De seguro habrá sorpresas…

miércoles, 1 de abril de 2009

Griten, no escriban silencio

Sé que soy un blogger al que lo leen sus amigos, y algunos de los amigos de los míos. Y también algunos curiosos. Sé también que los post que escribo con esmero no siempre son atractivos para los lectores de este espacio. Sé que algunos, quizá pocos, les gusta checar el blog, y les vacila las boberas que escribo. Sé además que no soy un blogger popular como lo puede ser Renato Cisneros, y que difícilmente supere los mil comentarios sólo con colgar un post. Sé -porque acabo de checarlo- que he superado las cuatrocientas visitas en un mes. Y esto último no es un ejercicio vanidoso que simule un consuelo.
Pero no sé por qué si a la gente le parece piola “sinternoycorbata” no traducen ese sentir en comentarios, no con la misma ferocidad con la que comentan las fotos del hi5, pero tampoco lo hagan con la ociosidad que te despierta ir a misa los domingos por la mañana, cuando estás de boleto gracias a una bomba chelera.
Mi promedio de comentarios por post oscila entre uno y dos por semana. Mi record es cuatro comentarios. Y debo agradecer a Claudia, Rogger, Jhoanna, Giancarlo y Carla, que ocasionalmente se tomen un tiempo para opinar. Son ellos quienes me animan a seguir. Gracias chicos.
Cuando al número de visitas le resto la cantidad de comentarios, me pregunto por qué la mayoría se limita sólo a leer y no opinan, por qué callan y no gritan, por qué toleran mis ideas y no las refutan, por qué me hacen creer que tengo la razón y no me equivoco. ¿Por qué señores, señoras, jóvenes, señoritas y niños?.
Es cierto, este post remeda una pataleta de chibolo malcriado, de esos que les jode no tener el juguete que ven en la tele. Pero creo que mi pataleta está medianamente justificada. Cada miércoles al mediodía cuando cuelgo un nuevo post, renuevo la esperanza de superar los dos comentarios, pero los días pasan, y el miércoles siguiente es lo mismo. De poco sirvió que el chato Iván, un amigo de la universidad y hoy reportero de un magazine televisivo, hiciera público el nacimiento del blog (http://www.youtube.com/watch?v=SZIaAIpMYoI). Y al parecer tampoco funciona la fórmula de promocionar por el messenger el nuevo post de la semana.
Ya px chicos, comenten. Grítenme, jodan, opinen, pero no compren y vendan silencio. Necesito saber qué piensan sobre los episodios que secuestro de lo mío, y a veces de lo suyo, y lo hospedamos en el blog. No voy a arrodillarme para pedirles que opinen, pero no me censuren con comentarios ausentes. No puedo prometerles un pago monetario a cambio de cada comentario, no hay canje. Y si no tienen una cuenta en blogger que les impida comentar, créenla px. Espero sus comentarios…