miércoles, 17 de febrero de 2010

La hago, no la hago????

Si lo mío es ser periodista, no lo sé, pero lo hago, y gusto de ello. Si lo mío es ser amigo, tampoco lo sé, pero trato de serlo con quienes no salieron corriendo cuando me vieron llorar o me dieron la espalda cuando estaba plantado a un paso del abismo. Si lo mío es ser pendejo, sospecho que quizá sí, y lo hago, pero no con los cinco sentidos despiertos, hay algunos medio adormecidos, atontados.
Pero lo que no sé es si lo mío sea ser un escritor, sí, escribir novelas, inventar personajes, narrar mis torpezas y las de otros en páginas que inicialmente los amigos curiosos huzmearán con el placer de saber que por ahí se coló un secreto y dejó de serlo. No sé si lo mío sea de pronto llenar hojas en blanco de inspiración pasajera, de arrancarme del hoy, de vivir del ayer y del mañana, de soñar que no es imposible soñar, de hacer besar a personajes que no conozco, de meter a una cama a quienes duermen a kilómetros de distancia, de pasarle corrector a un poema mal hecho o estúpidamente remedado.

Y anclo en esta meditación por enésima vez, sabiendo que tal vez abandone nuevamente la idea de escribir un libro con intención de publicarlo luego. Y lo hago motivado por una amiga de talento incalculable, por encima de la distancia de sus zapatos de cenicienta a su cabeza. Y lo hago porque quisiera dar un paso más, no hundirme en los pantanos de la flojera, darle lucidez a mis miedos, a los carajos que no carajeo, y tal vez, sólo con una diminuta posibilidad, reconciliarme con Dios, que aunque digan que no es rencoroso por mis pecados, estimo que me desterraría del paraiso si lograse sortear la vigilancia de San Pedro.

La chica buena escribió un par de poemas que incluyeron en un poemario de otras muchachonas con talento, y planea publicar su propio libro en agosto. Ya tiene avanzada algunas páginas, a diferencia mía, que sólo voy por el prólogo, y barajando un título tentativo.

Silvia Núñez del Arco, la novia de Jaime Bayly, ha hecho una novela que supera mediáticamente a la novela original, la que pretende vender con una foto suya desnuda en la contraportada, un libro que los Enemigos Intimos han querido deshojar con mediano éxito. Y es que la relación íntima con el tío la ha puesto en vitrina, al punto que muchos se alistan para leer su libro primogénito, quieren saber cómo la pequeña le devolvió la arrechura al Francotirador, y asesinó la mítica y fabricada impotencia del periodista. A ella, fijo la leen.

Hoy, en este segundo que escribo esta línea, tengo muchas cosas pendientes por resolver, como terminar mi informe para la licenciatura, buscar un trabajo paralelo que me saque de la miseria, hacer el mapa que me conduzca al 2011 sentando en la tranquilidad de no tener los bolsillos ausentes de dinero. A ese tiempo ocupado, debo sumarle el tiempo que le dedico al trabajo y a mi familia. Ello me reduce a casi nada, por lo que la intención es escribir mi primer novela pierde peso por la carencia de espacio para hacerlo.

Ya años atrás me volví un sonámbulo de ojos abiertos, un tío que se olvidó de dormir, un sujeto que con astucia cristiana estiró las horas en pie, y como calzonudo consentido, bebía café para no rendirme. Es posible que vuelva por esa ruta, es posible que me anime y escriba el libro, es posible que a algunos no les guste, pero créanme que lo pensaré un poquito más...

domingo, 14 de febrero de 2010

Responde Valentín...

¿Cuál es el tiempo de vigencia de una promesa?. ¿Qué tanto puede durar un amor cuando este no es correspondido?. ¿Hasta cuándo vale la pena llorar luego de decir ADIÓS?. ¿En qué momento entierras el pasado?. ¿Cuándo carajo nos dejamos de lamentos?. ¿La felicidad de otros justifica sacrificar la propia felicidad?. ¿Podemos decirle TE AMO a otra persona cuando amas a quien despediste?. ¿Por qué nuestros labios juran amor eterno y el corazón lo despide?. ¿Los miedos son más fuertes que el amor?... son sólo algunas de las preguntas que en un minuto me asaltaron y se las dejo para responder en el Día de San Valentín. Me las pregunté pensando que también podrían preguntarse lo mismo... Esperaré sus respuestas chicos... y pásenla biena

miércoles, 3 de febrero de 2010

Y yo sigo aquí, plantado

Hay decisiones que marcan, hay momentos que alejan y llantos que siembran mares entre orillas lejanas, pero que antes fueron siameses. Hay broncas que ya no son broncas y alegrías sepultadas tan al fondo de la nada que ni el olvido gusta reclutarlas. También hay fotos que no se cuelgan en el facebook, y que a veces joden porque nos guiñan el ojo con la coquetería estúpida de los recuerdos. Y claro, como casi siempre, hay preguntas que nunca respondieron, y respuestas desperdigadas como piezas de rompecabezas tiradas bajo el sofá.
Paulo Coelho, además de ser uno de mis escritores favoritos, es un tipo con el que congenio en el anonimato natural de sus lectores. Quizá yerre en la precisión de la idea, pero Coelho decía no temer a las dificultades, lo que le asustaba era la obligación de tener que escoger un camino, pues al escoger uno tendría que abandonar otros.
Y sí que tenía razón. Y es que no podemos tener todo a la vez, no podemos, aunque le recemos a la colección de estampitas que hay en casa. Muchos quisiéramos tener los brazos del hombre elástico para atrapar todo lo que nos signifique alegría, pero nos vemos reducidos a las patas superiores de un Tiranosaurio Rex, que distante a cualquier muestra de aprecio, devora y asesina.
A veces, decidimos pegar la vuelta porque tenemos los cojones encogidos. Y a veces, sólo a veces, nos quedamos parados en el mismo lugar, por la misma razón. Es que la vida jamás dejará de ser compleja, arrinconándonos al punto de decidir, sin excusas dilatorias.
Desde que Ericksan partió en junio del 2006 he visto a muchos irse, a caminar lejos de mi. Y me pregunto si es porque ellos lo decidieron, o yo permití que fuese así. Me pregunto si en verdad conspiré con mis miedos, y los dejé partir. O acaso me coloqué un salvavidas de cemento y me hundí sin saberlo.
Vi a un angelito irse cuando debía estar ahora envuelto en pañales, rompiendo las cosas de casa, y hablando conmigo, que había estudiado en ciclo intensivo de “bebitoñol” para comunicarme con él en charlas de biberón. Lo envidió, él ahora duerme entre las blandas nubes junto a Ericksan, y yo, en un colchón encurvado, que ojalá pueda cambiar pronto por el bien de mi espalda y el ahorro que implicaría no ir más al masajista.
Vi subirse al bus a quien huía de un amor imposible, esos de novela mexicana, esos donde los protagonistas tienden a llorar en el 95% de los capítulos, esos por lo que se luchan hasta que las fuerzas ceden o los miedos espantan, esos por los que no está aquí, y sonríe ahora al lado de quienes lo quieren.
A Ceci, una colega periodista y mejor amiga, la veo a diario por la tele en un noticiero de cobertura nacional, y recuerdo nuestros inicios en la prensa en la Radio Universitaria hace diez años. Celebro que Ceci esté donde está, que haya escalado como lo ha hecho el flacuchento de Christopher, otro amigo de inteligencia incalculable y pendejada envidiada por la elegancia, y que desde hace dos semanas está pasando una temporada en Washington, en Georgetown University, junto a un grupo de jóvenes líderes de once países de Latinoamérica.
No sé, pero pareciera que estoy peleado con los cambios, y es que llevo cuatro años trabajando en el mismo diario, sentado frente a la misma Mac donde todos los días redacto mis notas y los miércoles escribo los post para el blog, como este.
No apuesto por empezar de cero, es más, no suelo hacer apuestas. Supongo que algo cambiará a la vuelta de la esquina, o a la vuelta del mundo. Resta poco para licenciarme y quizá emprender el vuelo a otra tierra, a dejar la Mac que tecleo ahora, y despedirme de los amigos que perdí, y los que conservo también.
Un SI o un NO pueden cambiar nuestra existencia. Lo fue desde que Eva se comió la manzana con Adan hasta hoy que pisamos un paraíso infernal. Mientras, yo sigo aquí, plantado… Ya me iré, al norte o al sur, no os preocupeis…