miércoles, 15 de julio de 2009
Pueda que crean que Sara es una mujer posesiva, absorvente, que quiere que Lucas esté siempre al pendiente de ella, que no trabaje, y si respira, que sea por ella. Pero no, no es así. Es una mujer que sintonizó su corazón con el de Lucas, rindiéndose al amor que él le inspira. Sara, ha demostrado con hechos y no palabras, que ama a Lucas, y él, se esfuerza por hacer lo mismo, pese a que la ama con intensidad inmedible.
Moriría en el intento de narrar las infinitas horas de amor e historias intermedias que Sara y Lucas vivieron juntos. Sobreviviré al contarles que ambos empezaron a pellizcarse los brazos, luego a puntearse con lápices en el ojo, y finalmente lanzarse piedras al corazón. De pronto, parieron heridas engendradas por las broncas. Todo cambió. Ya nada era igual.
Recuerdo haberle oído decir a Sara que si Lucas saltaba a un abismo sin paracaídas, ella iba tras suyo y sin alas. O que si a Lucas lo herían de un balazo, ella sangraba. Lucas por su parte, le regaló un mapamundi hecho globo, y le pidió girarlo para luego frenar con su dedo en el lugar en el mundo donde irían a vivir su amor, a solas, lejos de la mierda que los perseguía. Y es que el suyo era un amor imposible por terceros, no por ellos.
La última vez que hicieron el amor, Lucas dejó huir una lágrima. Ella, después de aquella noche, le regaló un abrazo, y le prometió que nunca lo olvidaría, que aunque desfilen algunos otros hombres en su andar por este mundo, él sería el amor de su vida. Lucas se vistió con la tristeza en los bolsillos, porque no volvería a ver el lunar en su espalda.
El primer día después del adiós fue terrible. Ambos querían tomar el celular y llamar al otro. Se contenían. Luchaban contra ellos mismos, y lloraban. Era inevitable no extrañar, era harto fácil recordar, y menos complicado, no sufrir. Se resistían a ser consolados por manos amigas, pateaban piedras y latas mientras caminaban por calles vacías como su corazón que desalojó al amor invasor.
Cumplido un mes desde la lágrima de Lucas, Sara checó las últimas llamadas recibidas en su celular. Lucas no estaba en la lista. Lucas se escapó de la bandeja de llamadas recibidas, y se escondió en la ducha, aferrado a la amargura del fin de una historia repudiada, odiaba por la broma pesada que le jugó la vida, y él mismo.
Todos alguna vez hemos tropezado con el punto final de una historia, hemos protagonizado desenlaces llorones, y hemos gritado en el silencio por la rabia contenida de no poder recuperar lo imperdible. Me ha pasado a mí, y te ha pasado a ti que me lees. Posiblemente vuelvas a revisar tu celular, y el o ella, habrán huido con Lucas de la bandeja de llamadas recibidas.
A veces es válido aplicar la fórmula del payaso: reír mientras tu corazón y alma lloran. A veces es bueno dejar partir a los recuerdos que a diario nos martirizan. A veces sería estupendo no revisar más las últimas llamadas en el celular, y timbrarle a la felicidad que está de vacaciones. Quizá vuelva, quizá no. Suerte amigos…
PORSIACA. El último miércoles mientras alistaba un nuevo post me asaltó la mierda por un problemilla que afortunadamente maté. Eso me impidió escribir, mi mal humor me detuvo. Me disculpo en caso hayan esperado el post de la semana pasada y no lo encontraron. No volverá a suceder.
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1 comentario:
Oiiiee gordito ^^ recien me doy cuenta q hablas de Sara y Lucas de la serie Los hombres de paco ... puuuucha !!! supongo viste el final ??? mas triste q la patada ... jejeje yo también escribí algo sobre esta serie, sobre Pepa y Silvia ... jejeje jamas dejare de lado mis tendencias ^^ chapes y mas chapes ... see u!!!
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