miércoles, 3 de diciembre de 2008

Chocolate salado...

La morena de la universidad me amó, o trató de hacerlo. Pero como buen estúpido la hice llorar cuando le pedí terminar la relación, porque planeaba iniciar otra. Ella no entendía por qué la corté si se suponía que yo también la amaba. No comprendía por qué los peluches que me regaló, la foto con la dedicatoria amorosa, y los cientos de besos y caricias, no lograron cautivarme. Lo raro es que yo tampoco lo entendía.
Aunque me porté como un rufián con la morena -como lo hice con muchas chicas en mi paseo por aulas universitarias- ella no me odió, ni siquiera pensó en asesinarme, pues me lo merecía. Cuando decidió alejarse de mí para evitar que las lágrimas la ahogaran, empezamos a contactarnos por el chat, y ocasionalmente, hablábamos por teléfono.
Para hacerme entender que yo era parte de su pasado, ella decidió contarme al detalle sobre la aparición de sus galanes, de los tipos que trataban de atraparla y convertirla en su enamorada, título que le arrebate aún en la universidad. La fórmula funcionó, porque de pronto empecé a verla ciertamente con ojos de amigos.
Entre las historias que me narró con dedicación de profesora de inicial, la morena de la universidad habló de un tipo cuyas características físicas y de galán de barrio, coincidían perfectamente con la figura de un amigo con quien estudié en el colegio. Y no me equivoqué. Se trataba del “chueco”, quien al verse deslumbrado por la belleza de la morena, la cortejó hasta el punto de conquistarla.
Por la forma en que el “chueco” solía tratar a las mujeres es que vislumbré que la morena la pasaría mal. Pero me equivoqué, pese a que entre mis cálculos estimaba que esa relación no superaba los seis meses. Transcurrieron tres años y ella embobada por el ex compañero de cole, no dejaba de contarme lo bien que le iba, tanto así que tenían planes a futuro.
Hace algunas semanas, volví a preguntarle a la morena por el “chueco” por la curiosidad espontánea que te inspira saber de un amigo. “Ya terminamos”, me respondió por el chat, en una conversación poco usual, donde se ausentaron los halagos y el amor suyo no se colaba por mi monitor.
Evidentemente sorprendido por la confesión, le pregunté por qué terminaron si ella había cosechado amor en un terreno jodido. Prefirió no hablar del tema y saltar a una conversación aburrida, repetitiva. Me preguntó por el trabajo, cómo estaba de salud, y toda esa retafila de preguntas que sirven para torear malos ratos. Acepté la choteada porque no quería causarle mayor dolor al que el chueco entiendo provocó. Y porque además, con ella, no tenía autoridad para hablarle de situaciones accidentada del amor, y menos, a aconsejarla.
Ayer, cuando le pedía que visitara este blog, me asaltó la curiosidad por conocer los motivos que causaron la ruptura. Ya no soportaba más. Era imposible continuar postergando este tema que se había convertido de interés nacional.
Cuando me reveló la única razón que la hizo llorar nuevamente, la entendí. El chueco -me contó la morena- procreó a un bebé en el mismo tiempo y espacio en que a la morena le decía “te amo”. Él la engañó, le fue infiel. Y ella no toleró la mentira y lo mandó al carajo.
Cuando repasamos las dos historias, la mía y la del chueco, pensé que aquel era un chocolate salado. La morena merecía ser feliz, pero dos tipos la jodieron.
Los hombres que con legítimo derecho osen lanzar las flechas que cupido alquiló, encontrarán un inmenso escudo en el corazón de la morena. Ella duda de los chicos, pero aún tiene deseos de enamorarse. “Iré con cuidado”, me dice. Ojalá y no encuentre a otro universitario tarado o un chueco hueco.

2 comentarios:

ECAZUL dijo...

Es cierto no hay que pensar que todos los hombres son iguales, solo hay que ir con cuidado cuando en alguna oportunidad te han jugado chueco...al final son ellos los que pierden más que nosotras...porque ve a ver con quienes finalmente se involucran..

Rayme Giancarlo Paredes Garboza dijo...

Carlita, tus palabras duelen hasta en el rincon mas inocente que tengo...pero bueno yo discrepo un tanto, puesto que en una relacion pierden y ganan ambos...